Nuestro amigo de la familia Adrenaline Colombia, Andrés Esteban nos regala esta enriquecedora experiencia al conocer el desierto de la Tatacoa.

Cuando escuchas la palabra desierto, se te viene a la mente un sin número de conceptos extraídos, quizás para reproducir situaciones humanas de carácter dramático, reales, espirituales o simplemente imaginarias; de hecho, el desierto ha sido también una gran fuente de inspiración para los autores sagrados, quienes lo han descrito con un matiz específico, pero en ningún caso lo conciben como nosotros hemos entendido el término desierto.

desierto de la tatacoa
Panoramica del desierto de la tatacoa

Cuando empecé a tener claridad sobre ubicaciones geográficas y espaciales en mi niñez, alguna escuché a alguien desconocido nombrar el término desierto, y no sólo escuché el término, sino que además esa persona expresó que existían dos en Colombia y que uno de ellos se ubicaba a unas horas de Bogotá, mi ciudad natal; luego, me di a la indagación de saber cuál era la ciudad más cercana, a lo cual respondieron que era la capital del bambuco (Neiva) y que en ese entonces desde Bogotá, podrían gastarse más de seis horas conduciendo. Me dije a mi mismo, es demasiado lejos, quizás nunca sabré que es tocar arena de un desierto.

Pasaron los años, y mi pasión por los viajes y conocer a profundidad el mapa geográfico, no sólo por Colombia, sino por el mundo, se fue incrementando. Por lo tanto, seguía escuchando historias sobre el tal famoso desierto, pero ahora ya estaba incorporada en mi mente la palabra “Tatacoa”, concepto que dentro del argot bogotano, podría ser una persona que por alguna razón se enfurece. Además, se unía el hecho de saber que cada año en el mes de junio siempre se escuchaba por la radio o se veía por la T.V. los comerciales, bastante llamativos, invitando a las fiestas del reinado del Bambuco celebradas en los departamentos de Huila y Tolima, bajo el lema: “péguese la rodadita”.

Cartel del Desierto de La Tatacoa
Cartel del Desierto de La Tatacoa. El inicio de la Aventura por el Desierto

Al tener Colombia tanta variedad climática, como lo es cálido (80 % del país), templado/medio (San Gil (Santander), frío (nuestra capital), páramo (Parque Nacional Chingaza), glacial (el Cocuy), selva tropical (Amazonas), tropical desierto (Punta Gallinas), se es difícil decidir qué visitar. Se calculan presupuestos, se analiza el tiempo de viaje, las dificultades que afortunadamente han venido mejorando en cuanto a seguridad, transporte, para al final poder decidir donde ir. [su_quote]No puedo decir con precisión una cifra exacta, pero la mayoría de bogotanos tenemos por primera opción, cuando se es posible planear unas vacaciones, visitar la playa, olvidando el resto de opciones que nos ofrece nuestro territorio.[/su_quote]

Cuando finalmente después de tanto me decidí por visitar la famosa “Tatacoa”, empecé de nuevo a indagar, qué me podría ofrecer ese destino turístico, aparte de unos calurosos días y sentir arena en mis pies. Increíblemente, entendí que no sólo se podría sentir mucho agotamiento por el radiante sol de la región, sino que también me daría la tarea de conocer un lugar mágico.

Me dispuse a organizar mi viaje, ultimando detalles de donde me hospedaría, y qué sería necesario llevar desde la fría capital. Lo primero que descubrí es que ya no son seis o siete horas de viaje por carretera, sino tan sólo cuatro, en las cuales puedes ver como las montañas se unen para formar cordilleras, diferentes ríos, y bastante vegetación. En la carretera, después de un pueblo llamado “Natagaima” vi el aviso que decía “Desierto de la Tatacoa”, pero según mis cálculos aún faltaba tiempo por llegar a Neiva. Estuve tentado a bajarme del bus, pero afortunadamente continué hasta la terminal, pues efectivamente sí hay varios caminos para llegar, pero debía atravesar por ferry nuestro río Magdalena, y aunque se puede realizar sin ningún inconveniente, no conocía la ruta. Al llegar a la terminal, ya sentía el calor y la humedad extenuante, pero todo calmó por el viento que entraba en la camioneta que muy amablemente me transportó a mi destino.

Sendero Cusco
Sendero Cusco en el Desierto de La Tatacoa

Poco a poco el paisaje se iba transformando en desértico, y al llegar al pueblo más cercano llamado “Villavieja”, estuve ansioso por establecer mi tienda de acampar y degustar de un plato típico. Me recibió un nativo de la región llamado “Don Sneider”, quien explicó amablemente las actividades por realizar. Al tener un gusto enorme por la bicicleta, decidí tomar esa opción para conocer parte del desierto, pues también se puede hacer caminando, en moto o en carro.

Se hace necesario aplicarse bloqueador solar y repelente para los mosquitos, pues efectivamente es la segunda zona árida más extensa de Colombia, además ocupa 330 kilómetros cuadrados de tierra color ocre y gris con los hermosos cactus acompañando el paisaje. El desierto se divide en dos sectores, el “Cuzco” en el cual se puede observar terrenos de color ocre y los “Hoyos”, en el cual su color representativo es el gris. A lo largo del recorrido, por una carretera destapada pero transitable, se pueden observar misteriosas formas que se crean sobre superficies arcillosas, generando cárcavas laberínticas y lo que hace el paisaje más sorprendente aún, es el azul profundo del cielo, pues por su ubicación geográfica las épocas de lluvias se hacen escasas.

Cactos en el Desierto de la Tatacoa
Los Cactus en el Desierto

Durante el recorrido en bicicleta, tuve que detenerme varias veces, no por el cansancio, sino por los increíbles paisajes, que merecían una captura de foto. Mi recompensa después de un largo recorrido fue encontrar una piscina natural. Ya, de regreso, después de haberme refrescado, y antes de que el cielo se oscureciera, me dirigí al observatorio, el cual es un lugar privilegiado por su ubicación, en el cual los asistentes recibimos una charla de un experto, mientras acostados en un lugar adaptado, apreciábamos las más de 80 constelaciones. Las condiciones atmosféricas son perfectas para dicha observación, pues nuestro preciado desierto no cuenta con polución lumínica ni auditiva… paz y tranquilidad.

La luna vista desde el observatorio astronómico
La luna vista desde el observatorio astronómico

La decisión de haber acampado, fue la mejor, pues después de haber podido observar la luna y diferentes planetas desde increíbles telescopios, el sueño me venció contemplando el vasto cielo que siempre nos acompaña. En definitiva, recomiendo la visita para aquellas personas que quieran respirar aire puro, sentir el sonido de la naturaleza y tener tranquilidad.

Colombia, un lugar mágico.

Andrés Esteban

En Bicicleta por el Desierto de la Tatacoa
Admirando los paisajes